De un programa normal, tendría oportunidades de
hablar en un futuro. Pero de un programa presentado por Pilar Rubio, hay que
hacerlo cuanto antes. Y no lo digo yo, lo dice su trayectoria desde que llego a
Telecinco.
Su nuevo programa “Todo el mundo es bueno”, por definirlo
de una manera sencilla, es una mezcla entre el “Semáforo” y “Tu sí que vales”.
Actuaciones de toda índole, con la posibilidad de que el público acabe con la
actuación cuando lo crea conveniente. El desarrollo es así de sencillo. Ahora
bien, el porcentaje de actuaciones friquis es bastante alto, lo que hace
complicado mirar el programa sin sentir vergüenza ajena.
El día de su debut obtuvo un 11%. Cifra baja para
ser un estreno al que habían dado bastante bombón. El lunes, después de la
celebración de la selección, la cosa no mejoro ni mucho menos y obtuvo un 9,3%.
Lo lógico hubiera sido aprovechar toda la audiencia que venía del fútbol, pero
nada de nada. Con estos datos, el futuro que le espera es bastante negro y en
Telecinco no aguantaran más de dos o tres semanas con estas audiencias.
Siempre he defendido y defender, que la culpa del
fracaso de los proyectos de Pilar Rubio no es de ella. La culpa es del que la
pone a presentar o a actuar cuando no vale para ello. Simplemente. Además este último
programa no le ayuda mucho porque es malo de solemnidad. Tampoco su compañero
le ayuda. Corbacho intenta hacer un papel de malote, estilo Risto Mejide, que no
le pega mucho porque esta encasillado en el papel de cachondo con franqueza.
Por último, mi predicción es que “Todo el mundo es
bueno” no remontara sus malos datos de audiencia y que tiene los días contados.
Quizás le pueda salvar que estamos en el periodo de verano y las cadenas se
relajan un poco. Pero mal futuro, de un nuevo, para un proyecto de Pilar Rubio.
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